El momento de la comunicación de una enfermedad grave es siempre muy delicado y difícil para todos, incluso para los doctores. Se han organizado y llevado a cabo cientos de de cursos formativos sobre como comunicar este tipo de noticias pero la verdad es que en ese momento se encuentran solo el médico y su paciente. Son momentos que son propios de la relación médico-paciente y que pertenecen concretamente a este tipo de relación.
Cada vez que el directo interesado recibe una comunicación de este tipo, la reacción es distinta. Se va desde la agresividad hasta la desesperación, de la injustificable convicción de seguir teniendo esperanzas de una sanación a la negación completa de la enfermedad, al refugio en la fe.
Es difícil hablar con precisión sobre el procedimiento médico correcto que debería seguirse en el momento de comunicar una grave condición de salud. Existen si, indicaciones generales que el médico debe tener en consideración siempre que deba comunicar una grave enfermedad. Una de estas, en cualquier caso y por cualquier tipo de enfermedad, es ofrecer al paciente, contemporáneamente a la comunicación de la situación, un itinerario curativo, aunque se trate solo de cuidados Paliativos, que marquen un camino terapéutico al cual la mente y la psique del paciente se pueda aferrar como referencia en el dramático momento en el cual todo parece desplomarse catastróficamente y toda prospectiva de vida sea sacudida por la enfermedad.
Comunicar al enfermo la gravedad de su situación pero también, al mismo tiempo, qué hacer a partir de ahora, como será seguido y asistido. Esto lo ayudara a sentirse menos perdido, menos en manos de los eventos que están sacudiendo su vida. Abandonar al paciente después de una comunicación dramática sin ofrecerle nada es un comportamiento incorrecto e insensible que ningún buen médico compartiría, incluso si se tratara una situación incurable y desesperada.